Shhh, mejor no digas nada

Desnudando el gaslighting político
La Frase de la semana • Marco Aurelio

OPINIÓN – Sil Mann

Ya lo dijo Maquiavelo, allá por 1532: «Quien controla el miedo de la gente se transforma en el amo de sus almas». Cuando estás rodeado de gente que no opina como vos, la mejor estrategia para sobrevivir parece ser callar ¿En serio es la mejor estrategia?

No. Veamos por qué.

En 1977, Elisabeth Noelle-Neumann notó algo extraño en una serie de encuestas. Metodológicamente, estaban bien elaboradas, pero los resultados no coincidían para nada con la realidad. Sus observaciones le permitieron describir un fenómeno social, hasta ese momento, invisible: la espiral del silencio.

Resumiendo, la espiral del silencio funciona como una forma de control social, ya que el sujeto opta por no emitir su opinión real acerca de eventos, ideas o situaciones conflictivas por temor a quedar aislado del grupo al que pertenece.

«La opinión pública son las

actitudes que pueden expresar

las personas sin correr peligro de aislarse».

En su teoría Noelle-Neumann, explica que la televisión, recuerden que eran los ´70, permitía informar y distribuir opiniones, de esta forma, los televidentes tenían idea de lo que opinaba la mayoría dando la sensación de unanimidad sobre un tema. Quien opina distinto, constituye una minoría. La espiral se agranda a medida que las minorías se silencian y las mayorías se transforman en dominantes. Hasta que algún «rebelde» la rompe.

Un poco, esto fue lo que pasó en las elecciones de 2015, cuando se plasmó por primera vez la necesidad de un «cambio». La gente se animó, desde distintos ámbitos, a expresar su opinión que, claramente, estaba en minoría. De repente, muchas «minorías» se dieron cuenta de que no estaban solas y dieron vuelta una elección que, en las encuestas, estaba prácticamente perdida.

La espiral del silencio tiene su correlato en las redes sociales. Se llama «umbral de rebeldía» y fue enunciado por Juan Urrutia. Acá nos ponemos técnicos, pero lo vemos con dibujitos.

Urrutia toma el modelo matemático de Chwe para explicar cuántas personas se necesitan como mínimo dentro de una red para cambiar un comportamiento (umbral de rebeldía), tomando como claves el conocimiento mutuo, es decir, todo nodo (llamamos nodo a un actor social, es decir, a alguien con un perfil en una plataforma tecnológica de conexión) conoce el umbral de los nodos con los que se conecta y el conocimiento común (todos los nodos de un clúster conocen el umbral de sus conexiones).

Supongamos que la comunidad (hablemos de una subred dentro de una mayor) está formada por cuatro perfiles (1, 2, 3 y 4, que funcionan como nodos). Y que cada nodo tiene un umbral de rebeldía de tres. Es decir, que cada uno se rebelará si sabe que hay tres (o más nodos, incluido él) que estén dispuestos a hacer cambios y no lo hará si está seguro de que los otros no lo harán. Aclaramos que las conexiones entre los nodos son bidireccionales.

Chwe parte de dos estructuras diferentes de red para la demostración:

Tomemos la Red A y veamos la decisión del nodo 1.

1 sabe que 2 y 4 tienen un umbral de tres ya que la conexión les ha permitido conocerse. Pero no sabe nada de 3 porque no se encuentra conectado directamente. Por ejemplo: 1, 2 y 4 comparten la idea de no suspender las PASO. Pero 1 no sabe qué opina 3 al respecto. Lo mismo ocurre si tomamos a 4. Sabe lo que opina 1 y 3, pero no la posición de 2. Y así con todos.

Volvamos a 1, ¿se rebelará? No, porque no está seguro que 2 lo vaya a hacer (a pesar de saber que conoce a 3 y que hay más integrantes, incluido él en las mismas condiciones. ¿Y si 3 conoce a un 5 y está de acuerdo con 5 pero no con 2?). ¿Y 4? tampoco porque no sabe qué opina 2. Reina la incertidumbre, en consecuencia, nadie toma la iniciativa y callan, como la espiral del silencio. Entonces, las PASO se realizarán según la opinión general de la mayoría del resto de la red.

Ahora, veamos el mismo caso con Red B.

Acá, 3 conoce el umbral de todos. Comparte la información de todos y la distribuye (podríamos llegar a decir que 3 actúa como influencer si logra movilizar al resto), su idea es no suspender las PASO.

Al igual que en el caso anterior, 4 no se rebelará, pero 1, 2 y 3 sí lo harán porque hay al menos tres personas dispuestas a rebelarse, alzar la voz y a pedir que no se suspendan las PASO.

Aquí queda demostrada la importancia en la conformación y densidad de la red, es lo que llamamos «comunidad». La rebelión, o el cambio (para no sonar tan revoltosos) se da cuando todos los nodos están seguros de lo que piensa, hace y comparten su vecino (common knowledge). Como siempre, no importa tanto cuántos miembros conforman esa red sino cuántos están dispuestos a llevar adelante ese cambio. En el caso de la Red 2 (el triangulito que se forma), las relaciones son fuertes y son transitivas, hay más conexiones, la dimensión o densidad de la red es alta. Es una red en la que la rebelión es bastante probable que aparezca. Si vamos al caso, es una red pequeña, con conexiones fuertes.

Obviamente que, para que una revolución se dé, deben darse otras variables como el aburrimiento, el tedio, el hartazgo del ciudadano que se ve constante e institucionalmente  atropellado o la impotencia de ver las contradicciones de una ideología única e indiscutible. El punto clave donde se rompen fronteras hacia una evolución del pensamiento que posibilite cambiar las cosas se da cuando nos vinculamos, transmitimos las ideas aunque sean contrarias a la opinión de la mayoría,  interactuamos y compartimos conocimiento. En redes sociales, la clave está en la conexión, en cómo vamos a armando nuestra red, no tanto en cantidad de gente o seguidores, sino en cantidad de conexiones entre los integrantes, conexiones fuertes que permitan las condiciones para ese cambio.

La invisibilización del oponente es la base del éxito de las narrativas imperantes, sobre todo en gobiernos populistas o totalitarios que buscan definir su versión de la realidad, anulando el debate y el disenso. Anulando lo más preciado de la libertad: la participación ciudadana. Está claro que en una democracia, el silencio no es salud.