El fascismo sigue ahí

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La política es transversal a todas las actividades del individuo. Como ciudadanos, cada uno de nuestros pasos está signado por alguna decisión política.

 

Los que se dicen apolíticos, en realidad, son apartidarios, es decir, no tienen una preferencia ideológica del todo definida (o creen no tenerla). Sin embargo, desde el nombre y el apellido que portan hasta los días de sus vacaciones después de un año de trabajo están definidas por acciones que alguien tomó y se expresaron como política colectiva e individual.

Platón decía que el precio de desentenderse de la política era el de ser gobernado por los peores hombres. Claro que no está diciendo que todos corramos a presentarnos como candidatos a algo, sin embargo sí existen acciones muy sencillas y muy concretas de participación política que todos podemos realizar. Una, que en nuestro país es obligatoria, es ir a votar. Pero antes de votar, podemos observar y analizar a quiénes damos espacio en el escenario electoral, independientemente del partido que los proclama (más adelante, con el avance del texto, podremos deducir que hay partidos que tienen un marcado perfil hacia cierto tipo de personalidades).

En este caso, vamos a hablar de los peores. Distintos autores han trazado puntos que tendrían que encendernos alertas. En esta ocasión, tomamos las 14 señales que, para Umberto Eco, son los arquetipos del pensamiento totalitario.

Ur-Fascismo

Basado en su propia experiencia del redescubrimiento de la palabra «libertad», Eco preparó un texto para una conferencia en la Universidad de Columbia (1995) donde define al fascismo eterno. Veamos de qué se trata.

1- Culto a la tradición

El tradicionalismo no es exclusivo del fascismo, nació como reacción al racionalismo griego clásico. En el Mediterráneo, cohabitaron pueblos de diferentes religiones que, en algún momento (iba a poner flashearon, pero no es muy académico) sustentaron su existencia en revelaciones ocultas de textos abstractos, desconocidos y sagrados. Una especie de bajada de línea divina que combinaba creencias y prácticas de todos los colores aunque sonaran contradictorias. Sincretismo es el término que define a esta combinación que debe sonar a sabiduría ancestral para definir las verdades del génesis. Es decir, la verdad ya ha sido anunciada y será respetada con mayor o menor grado de interpretación de sus oscuros laberintos.

Entonces, el fascismo no tiene explicación, o sí, es el conjunto de todas esas tradiciones mezcladas. Eco pone el ejemplo de Julios Evola, teórico (filósofo, esoterista y pintor) de la derecha italiana, que mezclaba el Grial con los Protocolos de los Ancianos de Sión y la alquimia con el Sacro Imperio Romano.

2 – Rechazo del modernismo

Y, mucho no queda, si sos tradicionalista la modernidad medio que no va. De todas formas, los nazis (para reafirmar el aspecto contradictorio) estaban orgullosos de sus desarrollos industriales. El asunto es que se sustentaba en una puesta al servicio de la «sangre» y la «tierra». Eco los llamaba «irracionales» porque se oponían al iluminismo y sostenían que era la fuente de la depravación moderna.

3 – La acción sobre el pensamiento

La acción es más importante que pensar. Pensar es una especie de castración. Las actitudes críticas no son bien vistas, tampoco el desarrollo intelectual. Sus intelectuales se dedicaban a acusar a la cultura moderna y a la inteligencia liberal de abandonar los valores tradicionales.

«Cuando oigo la palabra Cultura, hecho mano a la pistola» Goebbel

Todo esto, reforzado con la utilización de expresiones de degradación: «cerdos intelectuales», «estudiante cabrón, trabaja de peón», etc. En otros puntos, se profundiza sobre este tema.

4 – Oposición a la crítica

Lo dijimos antes, el pensamiento crítico distingue y distinguir es señal de modernidad, el desacuerdo es un instrumento del debate y de la evolución del conocimiento. Pero, para el fascismo, el desacuerdo es una traición. Claro que sí, esto deja lugar a realizar cualquier cosa sin rendir cuentas, dar explicaciones o justificar con argumentos sólidos.

5 – Temor a lo diferente

El desacuerdo lleva implícito la diversidad de ideas, de puntos de vistas, de situaciones, de personas. El fascismo exacerba el miedo a la diferencia, a los intrusos, al otro. Son endogámicos, por lo tanto, racistas.

6 – La frustración como motivador

Todo su accionar apunta a movilizar a las clases sociales frustradas, desilusionadas por las crisis económicas o políticas y asustadas por las presiones de otros grupos sociales.

7 – Exacerbación del nacionalismo

No sos nadie, no tenés nada, tu único privilegio es haber nacido en [inserte país]. El resto son enemigos y viven complotando contra nosotros. Nosotros te damos una identidad, símbolos, colores, costumbres, íconos, referentes y una forma de «pensar» ya elaborada. Una especie de combo de cajita feliz (sin la parte del capitalismo).

8 – La amenaza eterna

Siempre nos están atacando enemigos externos. Los fallos y errores que muestran de nuestra organización, partido, gobierno, etc. son ataques malintencionados. La culpa siempre es del otro. Esto deja abierta la puerta a incumplir o modificar leyes con el objetivo de velar por el «bien del pueblo».

9 – Vida para la lucha

La guerra contra el enemigo externo y la amenaza eterna es permanente. El enemigo puede y debe ser derrotado y será en una épica batalla final, tras la cual, conquistaremos el mundo. Esto nunca llega porque la paz no es el objetivo, así que los integrantes de esta comunidad viven atados a batallas imaginarias y enemigos invisibles.

10 – Elitismo popular

Los miembros del partido son los mejores ciudadanos, todos deberían ser parte del movimiento. Los mejores ciudadanos del mundo están bajos las órdenes de un líder que no llegó al poder por mandato sino por la fuerza. Este líder sabe que su fortaleza depende de la debilidad de las masas. Toda la estructura es una pirámide jerárquica de base militar donde el superior desprecia al subalterno y traslada su poder.

11 – Héroes y dramatismo

Cada uno está adoctrinado para convertirse en héroe, todo es visceral, dramático, emocional. El culto al heroísmo se vincula con el culto a la muerte, la muerte es una recompensa.

12 – Machismo

El fascista transfiere el poder y su proyecto político a cuestiones domésticas y sexuales. Represión, control, intolerancia y condena a costumbres sexuales hacia la mujer y minorías son formas de demostrar ese poder.

13 – Populismo cualitativo

En un democracia, se sigue un orden cuantitativo. El impacto político es consecuencia de las decisiones que vota la mayoría. Para el fascismo, la individualidad no existe y «el pueblo» es una cualidad. Es un bloque uniforme concebido como la «voluntad común» que se expresa a través de su líder: «la voz del pueblo». De nuevo, caemos en una puesta en escena bajo una personalidad carismática, cuyas preferencias personales, en los más diversos temas, son tomadas como un asunto de interés público y, claro, militadas hasta el cansancio.

El populismo cualitativo es, por definición, lo contrario al gobierno parlamentario.

Cada vez que un político arroja dudas sobre la legitimidad del parlamento porque no representa ya la «voz del pueblo, podemos percibir olor de Ur-Fascismo». Eco

14 – Uso de neolenguas

El término fue creado por Orwell en su novela 1984. Recordemos que la novela es una descripción de un sistema totalitario, basado en el autoritarismo y tiranía de la Rusia stalinista.

Los textos son sencillos, con un vocabulario pobre, basado en lugares comunes y una sintaxis básica para evitar razonamientos complejos y críticas. Se crean vocablos que resumen conceptos más abstractos y de significado amplio pero capaces de desatar fuertes emociones, una especie de chantaje hacia la corrección política.

 

Coincido con Eco en que el fascismo anda dando vueltas a nuestro alrededor, ya no con uniforme militar, pero con actitudes que, por lo menos, nos deberían hacer pensar.

El principal recurso contra el fascismo es PENSAR. Volvemos al principio, nuestro mayor aporte a la política como ciudadano de a pie, es analizar a quiénes damos espacio en nuestro escenario político.

La historia ya nos ha demostrado varias veces que los monstruos también llegan al poder por procesos democráticos.